miércoles, 28 de noviembre de 2007

A modo de Introducción

Corren "malos tiempos" para la razón.

Hace un par de siglos tuvo su época de esplendor. El espíritu de la Ilustración llegó incluso a adorarla como diosa.

Algo después, con otros términos pero ideas semejantes, los positivistas clásicos confiaron ilimitadamente en una de sus formas más desarrolladas, la razón científica.

Hoy.....

Bueno, hoy está de moda ser no-racional. Muchas filosofías del siglo XX, la influencia New Age y algo de desencanto por las promesas incumplidas de los adoradores de la Razón han contribuido bastante al resurgir del irracionalismo e incluso del antirracionalismo.
Incluso, es políticamente correcto.

Pero... todavía quedamos algunos ilusos que confiamos en el poder de la Razón.
Personalmente, no la considero una diosa, sólo un instrumento. Pero no cualquiera: el instrumento por excelencia, la más poderosa arma de la Humanidad. El instrumento para entender al mundo.

Por eso titulé este espacio con una de las máximas más importantes del enfrentamiento racional del mundo: el Principio de Parsimonia, expresado en una de sus formas más clásicas:La Navaja de Occam.

"No se deben multiplicar innecesariamente los entes".

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